El origen de la permacultura se remonta al año 1970, cuando dos ecologistas australianos, Bill Mollison y David Holmgren, comenzaron con el desarrollo de una serie de ideas que tenían la esperanza de utilizar en la creación de sistemas agrícolas estables. Esta era su respuesta al uso cada vez más frecuente de métodos agroindustriales destructivos, populares tras la Segunda Guerra Mundial pero que “de acuerdo a su criterio estaban envenenando la tierra y el agua, reduciendo drásticamente la biodiversidad, y destruyendo billones de toneladas de suelo que anteriormente mantenían paisajes fértiles”.