La sustentabilidad social supone, a la par de la transformación económica, el cambio en todas las esferas de la vida sociocultural. Para que sea sustentable el proceso reproductivo de la sociedad debe haber garantía de empleo, alimentación, vestido y educación. Todo proyecto de desarrollo sostenible debe reconciliar lo económico y lo ambiental con lo social.
Este eje está referido a la administración y gestión eficiente y racional de los recursos ambientales.
La sustentabilidad de los ecosistemas naturales es imprescindible para la supervivencia y la vida digna de las personas.
Es por esto que las políticas públicas deben garantizar la administración responsable e inteligente de los recursos naturales.
En este sentido deben procuran la ecoeficiencia; es decir, el sabio aprovechamiento y la minimización del deterioro del medio ambiente.
La sustentabilidad económica integra los objetivos económicos sociales y medioambientales en un todo que garantice la maximización del bienestar humano presente y futuro. Es una concepción de reorientación del desarrollo que bajo ningún concepto pretende entenderse como la paralización de este.
Una economía sustentable es aquella en la cual el número de personas y el de bienes de los que disponen se mantienen en un nivel estable, lo cual resulta ecológicamente sostenible.
Tanto en las organizaciones públicas como en las privadas, el enfoque debe dirigirse a la generación de empleos y oportunidades para las pequeñas y medianas empresas. La intención es crear medios generadores de riqueza fundamentados en la productividad, el comercio y la sostenibilidad.
El desarrollo sustentable tiene marcadas connotaciones en el plano de lo político.
Es misión de las instancias políticas el fomento de la transición hacia el desarrollo sustentable y las medidas tendentes al logro del aprovechamiento de los recursos naturales.
Del mismo modo, es importante la calidad de vida de sus administrados, la erradicación de la pobreza y el impulso al crecimiento económico basados en procesos que no degraden el ambiente.
Es fundamental la alineación de las políticas económicas con base en los principios de la productividad y la sustentabilidad.
También es prioritario que las instituciones permanezcan en constante renovación de acuerdo con las tendencias de los mercados y la realidad de sus entornos.
La sustentabilidad cultural favorece la diversidad y el respeto ante todas las manifestaciones locales, regionales, nacionales o internacionales. La cultura tiende a determinar las conductas de las personas a nivel global.
Por ello, los retos culturales como la creatividad, el conocimiento crítico, la belleza y la diversidad están relacionados con el desarrollo humano y se constituyen como supuestos de la sustentabilidad.